Artículo
DEFICIT CERO, SALARIOS Y BUROCRACIA
Pablo T. Spiller
Catedrático
Universidad de California, Berkeley, y Director LECG
Parte de la respuesta
oficial a la actual crisis financiera ha sido la introducción de un ajuste
salarial fuerte y de un intento serio de eliminación de los llamados ñoquis,
empleados públicos sin ocupación real específica. Ambas reformas son importantes
y están ligadas a la reconocida ineficiencia de la burocracia argentina. Sin
embargo, a menos que se introduzcan reformas estructurales más importantes,
tanto el ajuste salarial como el ‘desñoquiamiento‘ de la burocracia, serán solo
medidas transitorias, las cuales serán revertidas una vez pasado el estado de
crisis. Si bien la baja temporaria en la ocupación de ñoquis, aunque bien sea
por un par de meses, es positiva, el reducir en 30% el gasto en empleados
contratados puede tener costos muy elevados para la (pobre) eficiencia del
estado, y debería ser considerada con mayor cautela.
Hay tres tipos de
empleados públicos: los permanentes, los contratados y los ñoquis. Los últimos
forman parte de la compensación indirecta que el estado otorga a los políticos
(estos lo utilizan para apoyar a familiares, amigos y correligionarios,
facilitando, por lo tanto, el funcionamiento de los partidos políticos). Es
necesario, sin embargo, entender porqué la administración nacional tiende a
contratar tantos empleados por fuera del sistema oficial de servicio civil. La
respuesta está en la característica básica del sistema político argentino,
basado en una alta rotación tanto del ejecutivo como de los legisladores. Cuando
tanto legisladores como la administración rotan rápidamente, la burocracia
permanente aprende a no tomar muy en serio las demandas (y ofertas de
recompensas) sean de la administración como de los parlamentarios. La burocracia
permanente, si bien lleva la historia colectiva de cada secretaría y conoce los
arcanos procedimientos burocráticos, no tiene fuertes incentivos para resolver y
ejecutar las políticas de la administración de turno. Frente a esa falta de
credibilidad, toda nueva administración trae consigo un grupo de empleados
(contratados) quienes conforman una burocracia paralela, llevando a cabo el
trabajo que la administración no le puede confiar a la burocracia permanente.
Sin embargo, es un riesgo y un error confundir a empleados contratados con
ñoquis. Los empleados contratados llevan a cabo la política del estado. La
eliminación de los empleados públicos con fuertes incentivos para llevar
adelante la política del gobierno puede paralizar la administración nacional.
No existen estadísticas oficiales sobre el número total de contratados
por la Nación. Estadísticas del CEDI indican que mismo en Secretarías bien
manejadas, el número de contratados llega, y en varias supera, el 70% del total
de empleados. Como contraste, en los EEUU el número de empleados contratados por
el gobierno federal asciende apenas al 5% del total. Los empleados contratados
tienen tres características de empleo importante vis-à-vis funcionarios
permanentes: primero, reciben un salario promedio levemente mayor. Segundo, los
salarios de la burocracia permanente (no, obviamente de los ñoquis) son
ajustados frecuentemente con la entrada y salida de los contratados, por lo que
sus salarios reflejan bastante bien la situación de mercado de cada empleado.
Por otro lado, los salarios de los empleados permanentes se han disociado de la
realidad del mercado, teniendo un movimiento ascendente continuo, a pesar de la
baja en los ingresos de los empleados privados. Finalmente, los contratados
tienen una mayor rotación, con un promedio de permanencia menor a cuatro años.
Estos tres puntos sugieren que una quita del 30% del salario de los contratados
(no ñoquis), puede conllevar, a pesar de la situación económica general, a la
pérdida de un número importante de empleados productivos. Es entendible, por lo
tanto, que las Secretarías estén renuentes a llevar a cabo tal reducción en las
compensaciones. La directiva central requerirá, por lo tanto, de imaginación
para inventar métodos no salariales de compensación - tickets de transporte,
viáticos, reembolsos por gastos ficticios, y demás.
La falta de
entendimiento popular de los privilegios que sostienen los empleados públicos
(salarios nunca descendientes, seguridad laboral, bajo nivel de esfuerzo) y la
habilidad de éstos de mover a la opinión pública llevó a la administración a
poner énfasis en el lugar equivocado. En vez de buscar la eficiencia
administrativa, se trató de limitar la resistencia política. El énfasis se debe
poner en crear un servicio civil dinámico y eficiente. Ello implica eliminar la
permanencia de empleo y llevar a niveles de mercado sus salarios. Tal cambio
aumentará la motivación y la eficacia de la burocracia permanente, limitando los
incentivos a traer contratados. Este tipo de servicio público en que los
empleados no tienen seguridad de empleo es más acorde a la naturaleza
institucional de la Argentina y debería implementarse en el mediano plazo.
DIA02 MES08 ANO2001 20010802 ANO01
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